La música afroamericana no sólo conservó su sonido tradicional sino también su categoría cultural como parte de la vida cotidiana. Los europeos posrenacentistas entendían el arte (que abarcaba la música) como una creación valiosa pero no utilitaria –a pesar de su capacidad intrínseca para proporcionar placer estético-, y por ello era relegado a esferas sociales propias y separadas: museos, salas privadas y salas de concierto. A diferencia de ellos, los africanos no hacían esa distinción. En casi todas las culturas africanas, la expresión creativa en forma de música, escultura y danza era una fuerza por sí misma y se combinaba con la religión la política y las relaciones personales como parte de un tejido cultural muy sólido. La música no era un mero entretenimiento, sino un vínculo entre el hombre y los dioses y una forma de discurso público dentro de una comunidad. Del mismo modo, cantar era una extensión natural del discurso, una manifestación más de la expresión vocal que incluía gritar, tararear y gemir. Para la gente de la diáspora africana la música era una parte importante de la vida diaria y todo el mundo tenía acceso a los placeres y la fuerza que su disfrute confería.”
(Buzzy Jackson, "Disfruta de mí si te atreves", 2005)
1 comentario:
Solo puedo añadir algún que otro grito de lamento y rabia. El blues me hace ver a esos esclavos recogiendo algodón bajo el atento látigo del amo sufriendo por una vida que no es justa.
Un abrazo ramón
Vitoko
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