miércoles, 5 de marzo de 2008
4. La Alimentación: Espigar, comer, criar...
La película documental Los Espigadores y la espigadora (Les Gleneurs et la glaneuse, 2000), dirigida por la realizadora Agnès Varda, actualiza el tradicional concepto de espigar, que hace más de un siglo suponía la recolección de las sobras en las tierras cuyos frutos ya habían sido recogidos y destinados al comercio. Para la directora francesa, la clásica postura agachada de las espigadoras se ha reinterpretado, ya entrado en el siglo XXI, como muestra de una sociedad que ya no espiga los campos, sino los contenedores de basura y, en general, los desperdicios de un mundo donde las patatas deformes se pudren en grandes montañas de comida.
El verbo espigar toma un cariz espiritual para Varda. Los que espigan, independientemente de su condición social, de si lo hacen o no por necesidad, forman parte de un mismo grupo humano. Aquellos que viven de lo que la sociedad del consumo desecha. El artista recupera viejos muebles, los restaura. El cocinero aprovecha las verduras que nadie quiso vender, ni comprar, ni comer para elaborar uno de sus platos. La madre con apuros económicos para llegar a fin de mes alimenta a sus hijos con las patatas que no acabaron por pudrirse en la montaña de “tubérculos demasiado feos”. Y el profesor voluntario parisino recoge los restos de frutas que los tenderos abandonaron al recoger su puesto, antes de que los barrenderos cumplan con su labor de limpiar la ciudad. Ya sea por necesidad o por principios, la sociedad occidental ha fabricado una nueva generación de espigadores.
Poco se ha hablado o se habla de la alimentación en una campaña electoral de un país occidental. Más que de alimentación se habla de la subida de los precios de alimentos básicos como el pan y la leche. En el cara a cara entre los aburridos candidatos clón, Zapatero se defendía argumentado que algunos artículos suben, otros se mantienen en su precio y otros bajan (gracias ZP). Rajoy, con cara de no creer demasiado en nada de lo que decía, aseguraba que de ser elegido presidente llenaría la nevera de todos los españoles.
Igual que argumentábamos con la educación; la alimentación puede decir mucho sobre un país y sus habitantes. Se suele decir que un niño muerto de inanición es el mayor fracaso de cualquier proyecto social. Pero en España, como en la mayoría de estados en su sintonía económica, el hambre es un asunto superado por una inmensa mayoría. Lo que no quita para que muchas familias no se puedan permitir una alimentación digna, mientras a la vuelta de la esquina se desperdician toneladas de comida.
La alimentación es (o debiera ser) un tema político de primer orden porque va de la mano de otros importantísimos asuntos como la educación (enseñar a comer y a cocinar), la cultura gastronómica, la cultura del campo de cada comunidad autónoma, la salud (evidentemente), la economía y el medio ambiente. El viejo refranero castellano lo resumiría en aquello de “lo que se come se cría”. Y sí, es algo tan sencillo como eso.
Además, dentro del derecho de cada ciudadano al acceso a una alimentación digna, está el de disponer de agua salubre. El reparto del agua es uno de los temas más espinosos para según que comunidades autónomas. Precisamente este año quedará inaugurada la Expo de Zaragoza, con el agua como tema central. Rajoy retoma viejas posturas y confiesa que, si llega a la Moncloa, puede haber trasvase. Zapatero sigue apostando por las costosas desaladoras. Los lectores maños, levantinos y andaluces seguramente tengan más que decir de este tema que un servidor.
Los Espigadores y la espigadora tuvo una continuación que un servidor no ha visto. La primera entrega es muy recomendable. En realidad, sólo se le puede reprochar la, muchas veces, irritante presencia en pantalla de su directora (con un ego mayor que el de Michael Moore). En referencia al párrafo anterior, conviene referenciar Super Size Me (Morgan Spurlock, 2004), un documental sobre la comida en EEUU interesante, aunque un poco tramposo.
(Buscando espigar en el diccionario de la RAE, he encontrado esto: 1. Coger las espigas que han quedado en el rastrojo. 2. Tomar de uno o más escritos, rebuscando acá y allá, datos que a alguien le interesan. Hoy, queridos lectores, espero que permitan sentirme un espigador de la palabra.)
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