El sol se desperezaba ante mis ojos. El astro secaba las dos zarpadas de agua que me había dado para lavarme la cara en el baño. Sentado en aquella silla de plástico observaba los verdes pastos de Bizkaia, gozando del humo de la victoria, viendo como amanecía. Observe, reflexioné y sentí una tremenda sensación de satisfacción. Agarré mi mochila y decidí bajar a Bilbao. Había cumplido mi misión, matriculado en Periodismo en la Universidad del País Vasco. Quedaba mucho camino por delante, pero el salto ya estaba dado. Me había imaginado aquel momento de mil maneras distintas, pero nunca resulta igual, esta vez fue incluso mejor. Es difícil estar tranquilo cuando se es tremendamente feliz.
Como ya se ha dicho hasta la saciedad, todo este circo de la existencia no es más que una sucesión constante de decisiones, a veces sin tiempo para reflexionar en ellas, otras con demasiado. Yo decidí marchar del pueblo por eliminación. Un método un tanto tosco, pero a menudo efectivo. Una lección básica de que la sencillez y la naturalidad son claves para la supervivencia. ¿Y para qué más? ¿Y a donde? Lejos. Sin el apoyo de mi madre jamás lo habría conseguido. Ella me volvió a apoyar, y eso que está vez mi elección era vista con mucha más suspicacia por los poderes fácticos del pueblo.
Sin más, llega un punto en el que percibes que algo no funciona. Uno deja de sentirse a gusto basando su vida en la apariencia. No llega a convencerte el plan y buscas otro. No es problema del plan, es que si no te cuadra no te cuadra. Así que, tocaba hacerse a la mar. En el fondo, salvo a cuatro allegados, sentí que no le importaba a nadie. Atrás quedaban muchos buenos momentos, pero no los suficientes. Imaginaba el futuro; a menudo me he ido encontrando con él en el camino con satisfactorio resultado, por supuesto también, patinando mucho.
...wild
Tenía una moto pequeña, muy pequeña y yo siempre he sido alto, bastante alto. Repartía tabaco con ella. La estampa era curiosa, pero la hecho de menos. Recorría con los colegas las agujereadas carreteras secundarias de la comarca. Siempre dos en cada ciclomotor, entre bancales de hortalizas y cítricos. Toda la banda. Tipo Marlon Brando pero con scooters, vespinos y ropa de mercadillo. Así éramos, en pocas ocasiones teníamos ocio nocturno de nuestra devoción. Los conciertos “alternativillos” comenzaron, y siguen siendo con lo que más nos gusta divertirnos. Pero por lo demás…Salsa, bakalao, y los 40 Principales asediaban nuestras rebeldía. Nuestros gustos minoritarios, eran más minoritarios si cabía entre las chicas de nuestra edad y de nuestra zona. Lo cual nos situaba en situación extraordinariamente difícil de llevar. Por lo demás, una cosa llevó a la otra, y aunque no lo tenía planeado y puesto que nada había que perder, de paso me libraba de unas cuantas frustraciones, puse rumbo al norte. ¿Por qué? No lo sé. Supongo que algo maduró en mi interior durante el viaje de fin de curso del instituto, esta vez también austero a la par que entretenido por tierras andaluzas. Mientras un colega y yo éramos los únicos que explorábamos con emoción las ciudades, los cascos antiguos y los monumentos, la peña iba de Corte Inglés en Corte Inglés. Fuimos repudiados por ello.
Cuando aquel tipo me hablaba en el autobús, me dijo que en Euskadi la fiesta era la hostia. Bajaba por primera vez de aquel campus, y la primera vez que hablé con alguien de esa universidad me contó que había mucha, pero que mucha, mucha fiesta de la que a mi me molaba por aquel lugar. Todo apuntaba bien, me hablaba de murales en las paredes, de unos lugares llamados txoznas, de mil conciertos, de rock, de punk. Aquel tipo hablaba mi idioma, y parecía que aquella mochila hambrienta de sueños, tan necesitada de sobrevivir a la apuesta, descansaba. Aunque no me comentó nada de mujeres, la verdad no le di importancia y lo di por incluido en paquete de la vida universitaria. Nota mental.
Me había metido en un tren y había llegado a Bilbao por primera vez, atravesando no una, sino dos mesetas; todo para llegar a ver a un tal López de Haro en mitad de una rotonda, un BBVA, muchas fábricas, y verde, también mucho verde, como en un poema de Lorca. Y como metí la pata y con los nervios no reservé hostal, cosa que no dije jamás a mi madre, y estaban cerca no sé que fiestas, me dispuse a pasar la noche a la intemperie. Un taxista se apiadó de mí y me hizo un recorrido por todos los hospedajes de la ciudad sin apenas cobrarme. No hubo manera. Aquella velada presencié un concierto de flamenco gitano en el parque del Arenal, algo que jamás volvería a ver; y pasee entre putas, camellos, yonkis, policías y proxenetas; en un barrio, por cierto, en el que terminaría viviendo años después. Pasé mi primera noche en la ciudad donde comenzaba toda mi vida de nuevo, después de haber caminado un huevo, en el hueco un cajero automático, viendo pasar gente con un ojo abierto y el otro cerrado. La imaginación es una droga como otra cualquiera y nos hace ver la vida de aquella manera. Pero con ánimo e ilusión me desperecé en aquel portal de sucursal bancaria. Cogí el primer autobús para la U.P.V/E.H.U. Llegué allí después de un largo paseo por media Bizkaia, me matriculé, me lavé la cara en un baño y me senté en una silla de plástico a ver amanecer.
Cuando aquel tipo me hablaba en el autobús, me dijo que en Euskadi la fiesta era la hostia. Bajaba por primera vez de aquel campus, y la primera vez que hablé con alguien de esa universidad me contó que había mucha, pero que mucha, mucha fiesta de la que a mi me molaba por aquel lugar. Todo apuntaba bien, me hablaba de murales en las paredes, de unos lugares llamados txoznas, de mil conciertos, de rock, de punk. Aquel tipo hablaba mi idioma, y parecía que aquella mochila hambrienta de sueños, tan necesitada de sobrevivir a la apuesta, descansaba. Aunque no me comentó nada de mujeres, la verdad no le di importancia y lo di por incluido en paquete de la vida universitaria. Nota mental.
Me había metido en un tren y había llegado a Bilbao por primera vez, atravesando no una, sino dos mesetas; todo para llegar a ver a un tal López de Haro en mitad de una rotonda, un BBVA, muchas fábricas, y verde, también mucho verde, como en un poema de Lorca. Y como metí la pata y con los nervios no reservé hostal, cosa que no dije jamás a mi madre, y estaban cerca no sé que fiestas, me dispuse a pasar la noche a la intemperie. Un taxista se apiadó de mí y me hizo un recorrido por todos los hospedajes de la ciudad sin apenas cobrarme. No hubo manera. Aquella velada presencié un concierto de flamenco gitano en el parque del Arenal, algo que jamás volvería a ver; y pasee entre putas, camellos, yonkis, policías y proxenetas; en un barrio, por cierto, en el que terminaría viviendo años después. Pasé mi primera noche en la ciudad donde comenzaba toda mi vida de nuevo, después de haber caminado un huevo, en el hueco un cajero automático, viendo pasar gente con un ojo abierto y el otro cerrado. La imaginación es una droga como otra cualquiera y nos hace ver la vida de aquella manera. Pero con ánimo e ilusión me desperecé en aquel portal de sucursal bancaria. Cogí el primer autobús para la U.P.V/E.H.U. Llegué allí después de un largo paseo por media Bizkaia, me matriculé, me lavé la cara en un baño y me senté en una silla de plástico a ver amanecer.
(Final de la temporada #01)
11 comentarios:
querido Demian, sabes que en guasíbilis tienes tu casa. Espero que la segunda temporada no se haga esperar demasiado.
un abrazo!
La primera vez, en edad que pretendia ser adulta, que llegué a bilbao, lo hacía de otra ciudad, más pueblo que otra cosa, cuya proximidad me hacía pensar erroneamente que sería igual "o parecida". LLegué pues a bilbao con mi cara de niña, buscando una dirección para un trabajo de esos que solo te piden ser guapa y si eres alta mejor, lo cual no era mi caso... Buscando con mi siempre mala orientación, llegué a unas calles estrechas pero largas qeu contenían en sí mismas un micromundo dentro de la propia cuidad. Mis ojos se toparon con una realidad que hasta hora solo conocía de lejos, muuy lejos, y en peliculas de esas con tres rombos. La misma calle que Demian describía en el post. San Fran desplegaba todos sus encantos politoxicómanos y polietnicos ante mis atónitos ojos. Nunca antes había visto a un yonki realizar su tarea cotidiana, a pinchazo limpio.
En aquel momento solo una frase de nuestro siempre querido Paco Martínez Soria me vino a la cabeza:
"la ciudad no es para mi"
Aunque me equivoqué...
Chicos siempre es un placer leeros.
Lo seguiré haciendo desde mi verano de viaje, jeje lutxo mi destino yo creo que ni aparecía en los libros de BUP desde que España la perdió en el 98 (del 1800)
Viva Cuba Libre!!
un abrazo!!
La Panotxa
La primera vez que pisé sanfran atravesé el puente cantalojas y me asomé al primer bar que hacía esquina (a mano izquierda)... ¿quién no recuerda el linaje? tanta marginación en un rinconcito tan pequeño me enterneció para siempre... en el futuro el linaje será nuestro, cuadrilla!! no se olviden!!
panotxa, guasíbilis exige fotos de Cuba!!
un beso, nos vemos en potatown el viernes!
Aahh birbao! esa puta de la peli...
La primera vez fui con los viejos, de visita, pero recuerdo cuando llegué a matricularme al campus, era muy pronto por la mañana y todavía no había ni etarras por ahí... parecía una fábrica abandonaba; durante un rato dude si esi era de verdad la uni.... ¿mejor eso que el opus?
Ya que se ha pasado las fiestas de baraño, gora San fermin!!!
Ni Irlandatik matrikulatu nintzen (amatxo arduratu zen). Magia biziko sasoia, ametsak baino liluragarriagoa zen errealitatea. Aurpegi berri bakoitza ordura arte inoiz ez bezala maitatuko nuelako sentsazioa. Eta hala izan zen, da, darrai izaten. Bilbo: bilbatu: botxo. Gurasoen eta herri txikien menpekotasun klaustrofobikoari ihes egin nahi izan genien guztion bilgune (nahiz eta laguntza ekonomikoari ez genion ezetzik esango beranduagora arte), Bilbo, bildu gintuen hiribildua. Sare zabal bateko hariak gurutzatu ziren bertan, eta denok bagenekien ez zela kasualitatea.
Muxu nostalgiko bat guztioi.
Ay, ay, ay ihesi doa, maitia, denbora ihesi doa... la hostia!!
Hola guapísimos:
Por desgracia, cuando yo nací aún no existía ni Bilbao, ni la UPV, ni la madre que parió (con perdón de las amatxus) escritor o historiador que llenara nuestrar almas de mitos y leyendas suburbanas.
Lo cierto es que Bilbao sigue donde estaba antes. Sigue siendo la ciudad en transformación, pero ahora, mayores todos, debemos darnos cuenta de que: Si Bilbao fue bonito alguna vez, ese tiempo no a pasado aún.
Por desgracia no hecho de menos el bao bucótico y agrio de los yonkis (pobrecitos mios) de San Fran o los bares del mal vivir. Algunos seguimos viendo esas imágenes como el descalabro de una sociedad sin PRINCIPIOS y sin ganas de LUCHAR.
Aún nos quedan, como no, los hermosos atardeceres desde El PArque Etxebarria o Monte Caramelo.
Queridos mios. No os olvidéis que, auqnue os escapéis, Bilbao os seguirá para siempre. Y algunos tendremos la suerte o desgracia de contaros, de donde viene y a donde va a morir el río Nervión.
La Pública que tanto os quiere. Cuidaros mucho, allá donde vayaís. Y no os olvidéis nunca de defender a los débiles. Se lo merecen todo.
Muxutxus.
Un beso Pública, me has agarrao el corazón con tu comentario...
¿Historia de una vida y una huida?
Yo puedo contar algunas de esas, pero mi llegada no fue tan grata como en tu caso y tampoco lo contaría tan bien XD.
Felices vacanciones y un saludo desde la tierra del lacón con grelos.
Yo dejé el pueblo con dirección al botxo, con la gran influencia de mi queridísimo Palao, que me encandilaba con historias de ese agujero cuando nos volvíamos a ver en el pueblo en el año que me sacaba de ventaja en tamaña experiencia.
Como al principio una residencia de estudiantes en Santurce fue mi primera acojedora uno de los primeros recuerdos que tengo es de bajar de la universidad con Palao a la plaza Zabalburu. Nos dirigíamos a un bar cerca de Bilbi. Atravesé con el San Fran con la sensación de estar en nu sitio prohibido para llegar a un bar donde estaba teniendo lugar una charla acerca de la legalización de la hierba, donde la gente estaba fumando, y todo era normal...Allí conocí a Demián, que había dado con todas las reservas de vino de no se qué inauguración, y llevaba una chispa terrible y con Pública(idem). Volví a Santurce con esa sonrisa en la boca de "esto mola..."
Siempre llevaré a la puta de Bilbao en mi corazón vaya donde vaya, a pesar de que el primer año que pasé allí lo hice en el opus dei (cagon mi manto!!).
Después de dejar Castilla fueron muchos los que me arroparon y me acompañaron durante esta etapa de mi vida. Allí también nació el Komando Gorteak, de paseo por San Fran mientras nos dirigíamos a la estación de Atxuri para ir al martes de Gernika.
Y pase dos años de mi existencia en el corazón del barrio chino del País Vasco mientras la formación académica seguía en aumento. El resto de lo que aprendí, que fue mucho y más variado, os lo debo a vosotros.
Por ello seguiremos en la lucha. Abrazos
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