Heredamos los libros de nuestros mayores. Es hermoso sentirse vivo y hermanado en la cama con otra persona cuando las tripas hacen ruido. Sentirse vivo. Parece que quiero vender algo. Se acercan las niñas con sus huchas y me preguntan, "y los vivos, ¿heredan los vestidos de fiesta de los muertos?", "y los vivos, ¿no se asustan cuando escuchan esas risas en la calle, esas risas que suenan sin haber personas cerca y que parecen carcajearlas las sombras?", "y los vivos, ¿tienen algo en común con alguien?".
Abrazo a mi amor porque hemos heredado el hambre y lloro en su pelo.
Sergio Algora, letrista y voz de el mítico grupo de pop maño de los 90 El Niño Gusano, abandonó el planeta Tierra ayer por la mañana. Me enteraba de la triste noticia leyendo Micronesia pocas horas después y, todavía, me cuesta hacerme a la idea. Leyendo su obituario en el periódico de hoy, he sabido que tenía frágil el corazón, del que ya había sido operado, y que sólo tenía 39 años. Aquí, en mi cuarto, los viejos CDs llenos de polvo han vuelto a sonar, claro, y mis años teens han estado dando vueltas por mi cabeza, ya se pueden imaginar. Pero, por una vez no quiero hablar de mí, ni de lo miserable que era la adolescencia, ni de las niñas que dijeron que no y se marcharon riendo, ni del poder balsámico que tiene la música para los que se saben (o se creen) bichos raros.
Sergio fue músico, escritor, poeta, blogger, dependiente de tienda de discos, camarero, niño gusano, angel guardia, hombre bombilla, fabricante de alas de mariposa y todas las cosas que yo siempre quise y nunca pude ser. Escucho su voz en viejos clásicos gusanos y se me ponen los pelos como escarpias. Leo sus post, sus poemas, los artículos que escribió y me doy cuenta que después del final del grupo casi me había olvidado de él y las tardes que, sin conocernos, pasamos juntos.
Ahora Sergio habita en un planeta en el que no hay inviernos ni veranos, ni rayos que caigan, ni hagan mal. En el planeta Algora, conejos rosas reparten leche, pan y pétalos de rosa todos los días a las siete de la tarde, los besos no saben a delantal y siempre es 1967. Vaya para él este abrazo sideral.
Les dejo con El hombre bombilla, sacada de el EP Veo Estrellitas 10''. No es mi canción preferida de El Niño Gusano, pero sí la primera en la que pensé leyendo a Mycroft. Que ustedes lo disfruten.
2 comentarios:
Joder, si es que todo es provisional...Seguro que el sabado cae alguna versión al festival al que iba a ir.
Aunque ahora no me apetece tanto pasarme. Pero la palabra gratis siempre acaba por motivarme.
En fin, una putada.
Motívese y páselo en grande. Y si el trato lleva la palabra gratis de por medio, pues guasííbilis!!
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