sábado, 22 de noviembre de 2008
De todo y de nada por Demian
Homenaje al post 101 de Guasíbilis
Las mañanas de estudio en casa de Rafa eran de lo más instructivas. Jamás podré olvidar el día que encontramos una cinta del Love At First Sting. Con el tiempo, sensaciones como aquella se desvancen; otras permanecen, pero esa se marcha y ya no volverá jamás. La busco machacando compulsivamente el fastforward, pero no lo consigo. Está claro que hay sustitutivos, pero sale mejor a cuenta ir generando una evolución en la conciencia de cómo disfrutar de las cosas. No conviene abusar del revival.
Al llegar a la Glorieta de Embajadores, el agua de la fuente era dispersada al aire mientras el sol caía desfallecido en el poniente madrileño, y a través de aquella imagen me pareció sentir algo, me recordó otros lugares en los que había sentido la misma sensación, duró poco mi ensoñación. Al caminar unos metros una pila de "lecheras" de la Policía Nacional ensuciaban el paisaje. Pensé que probablemente se trataría de una esas cacerías de personas que con tanto decoro nos regala a menudo la democracia. Y con esa idea llegué a una biblioteca privada donde cursaba un taller. El control de metales de la entrada me recordó que llevaba encima una navaja, de menos de cuatro dedos, pero navaja al fin y a la postre. Preferí declarar aquella pertenencia, la revisaron y no le dieron demasiada importancia aquellos agentes de la TIA. Aquello me mosqueo, no eran unos paletos. Es decir, venía alguien de rancio abolengo. Francotiradores en las azoteas oteaban atentos e intimidaban a las palomas. La princesa, la que vive en un castillo de tubos catódicos, con esa destacada elegancia que te permite vivir, y por ende vestirte, a costa del erario público; bajaba a mezclarse con el vulgo. En un acto tan comprometido como es firmar algo, firmó algo, en favor de seres desfavorecidos. Eso sí, vaya usted a saber a cuáles. Sentí la necesidad de hacer algo, estoy seguro de que ustedes me sabrán entender, pero por alguna razón que todavía no acabo de asimilar no hice nada.
Escuchando Dancing with myself puse distancia entre aquel lugar y mi persona. Por el camino me acordé de todos mis amigos. Siempre me reconforta acordarme de momentos míticos. Como el día que David me llevó por primera vez a Fiestas de Bermeo. La sensación del salobre impregnándose en la nariz siempre le da uno las ganas de ponerse un parche pirata y hacerse a la mar, de llegar más lejos. Licor de hierbas y hierbas de Bermeo, una combinación para amenizar la noche con el label: Reserva de la Biosfera Urdaibai.
En esas estaba yo cuando tropecé con unos palos de escoba. Resolví agarrar uno para suplir el que estaba roto en casa. Al llegar a un paso de cebra me paré, y pensativo golpeaba el palo contra el suelo esperando una tregua del tráfico. En ese instante una mujer se acercó a mí, ofreciéndome su brazo para cruzar la calle, me quedé atónito, realmente me llegó al corazón.
Así que me puse la Malaguenya de Barxeta en los oídos y continúe mi camino. Me acordé de mi pueblo. De lo poco que nos llevábamos últimamente. Cuantos altos y bajos he vivido en esa relación con los orígenes desde el exilio. Habían transcurrido ya muchos años desde que dejara atrás la comarca de Cañas y Barro, en pos de ese país que tiene como deportes nacionales: levantar piedras que pesan mucho, golpear piedras con la mano contra un muro y demás cosas que se puedan hacer con piedras. Ahora subía a la plaza que antaño tuvo en una de sus entradas un No Pasarán. Recordaba a los amigos en cada paso del camino a casa extrañado por la realidad, pensando en alguna ficción. Escuchando a Iosu en Guasibilis volví a sentir aquella sensación, sonreí, y me sentí feliz de saber de que estábamos todos ahí.
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3 comentarios:
Gora Bermio eta Urdaibaiko biosfera osué! Gora!
Que grande el detalle de la señora que te ofreció su brazo para cruzar la calle... no sería novedad si no fuera porque estamos en una sociedad tan enferma que es capaz de que nadie pare en la calle en hora punta cuando una una persona es apaleada, muera de frío o recibe una paliza de su marido.
Gran relato Demian y grande también el locutor de Track FM.
Que grande ese que verde era mi valle, acabo de recordar mis llamadas intespestivas al programa para ves a saber qué.
En fin, Me alegra que la Malaguenya de Barxeta te transporte a la terreta, creo que a todos los que estan fuera les pasa, de hecho deseo estar fuera solo para sentir en mis propias carnes esa sensación de eñoranza que nos contagia El Botifarra. Prueva con la U d'Aielo que tambien es más de lo mismo.
Un abrazo, nochebuena se aproxima...
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