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Las sirenas se acercaban. Su canto angustioso nos sorprendió cuando nos batíamos en pacífica retirada bajo tierra. Acabábamos de arrojar peces muertos a los pies de la bestia y su cólera nos sobrevino con un letal retraso. Casi todos habían entrado en la gruta, apenas nadie percibió que las huestes de ese terrible dios llamado Mercado venían a castigar nuestra ofensa. La ulterior vez que me giré para ver como caía sobre nosotros la tormenta los teníamos encima. Enfurecidos, rabiosos y amados hasta los dientes; un ejercito de orcops cayó sobre nosotros en mitad del transitado pasadizo. Todos corrían y se atropellaban intentando escapar del peligro. Los transeúntes que por allí transitaban por mero azar del caprichoso destino caían como moscas a golpes de aquel mazo ligero. Los cañonazos de sus armas rebotaban en las paredes, en los tímpanos y en nuestros cuerpos.
Cinco orcops se abalanzaron sobre tres que estábamos de pie en las escaleras, paralizados por la tensión. El chaval que estaba a mi izquierda saltó acrobáticamente la barandilla y comenzó a bajar por el otro lado. El que estaba a mi derecha se cubrió la cara con los brazos. Y yo comencé a bajar a toda mecha los escalones, de espaldas al grupo perseguidor. Sin mirar atrás corría, sentía el pesado aliento de mis perseguidores. Por los asépticos túneles llegué a un andén donde permanecía un vehículo con las puertas abiertas a punto de zarpar. En un desesperado y agobiante momento salté a su interior con los ojos cerrados. De repente el convoy se puso en marcha, yo estaba dentro, en el suelo, las puertas cerradas y los orcops en la puerta, golpeándola con furia para mayor expectación de los que permanecían dentro. En aquel instante nos detuvimos y supe que había llegado mi final.
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Llevaba con pena determinadas historias. Y sin influencias, se movía el espíritu por instinto.
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1 comentario:
Grandes recuerdos guardo yo también del primer concierto que viví de los Extremoduro, con 16 años, y el mítico "vamo a tomarla" de Robe antes de la paradita obligada.
En cuanto a la historia de la brutalidad policial, bien "vestida" con las ilustraciones, no deja de ser curioso ver estos días las agresiones indiscriminadas de los Mossos en Barcelona. Todo sigue igual.
Abrazos señor Demian!!!
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