domingo, 31 de agosto de 2008

Una chica llamada Cereza

Eric Donaldson ganó en 1971 el 'Jamaica Independence Festival' con la canción que escribiría su nombre en el libro dorado de historia de la música jamaicana, Cherry Oh Baby!. Y que nadie se tome a coña lo del festival, en el enlace de arriba pueden consultar su lista de ganadores, entre los que encontramos artistas del pelo de Desmond Dekker y Toots & The Maytals.

Donaldson volvería a ganar el festival otras seis veces, la última de ellas en 1997; ninguna de ellas, por desgracia, con una canción tan mítica como esta. Escúchenla y comprueben como les suena.



Normalmente, eran los artistas jamaiquinos los que se acercaban a la música pop para pasar las mejores canciones del continente por su batidora de sonidos isleños sincopados. Pero la lógica se invierte con esta canción de amor. En su nunca bien ponderado disco de 1976, Black & Blue, los Rolling versioneaban en su registro más reggae el éxito de Donaldson. Ignorante de mí, la primera vez que escuché la versión original, pensé que era una versión de la de los jodidos Stones. Pobrecico de mí.



Justo dos décadas después, en 1996, Negu Gorriak era el grupo más popular en Euskadi. Iñigo Muguruza, el menos conocido de los dos hermanos que formaron Kortatu y Negu, viajó hasta Puerto Rico y volvió metido hasta los huesos en el perico ripiao, que no es una variante de farlopa (risas enlatadas), sino uno de los ritmos dominicanos por excelencia. Junto a Sergio Ordóñez y su otro hermano, Jabier Muguruza, iba a formar Joxe Ripiau.

Los ripiau nunca iban a alcanzar la fama de los kortatus, negus, fermines y compañía; pero firmarían cuatro discos deliciosos llenos de ska, reggae, música latina, balcánica... La verdad es que el Karajamón y familia siempre han tenido muy buen gusto para las versiones (como ya pudieron comprobar en el último post de estas características). Compruébenlo escuchando su relectura del tema que protagoniza nuestro post del día, Gerezi Begiak (ojos de cereza en castellano). La canción está incluída, por cierto, en el primer disco de la banda, Positive Bomb, de 1996 (claro).

jueves, 28 de agosto de 2008

Hoy


"Obama capturó la atención nacional hace cuatro años con su famoso discurso sobre el final de los Estado rojos (color republicano) y los Estados azules (el color demócrata). Es muy posible que vuelva a ese argumento esta noche, su gran noche, en su primer discurso en directo ante todas las cadenas de televisión en horario estelar, que coincide con el 45º aniversario del célebre discurso de Martin Luther King I Have a Drem (Yo tengo un sueño).

Será la primera vez que muchos estadounidenses vean su cara, la primera vez que presten atención a lo que tiene que proponerles. Es un reto gigantesco. Nunca antes habían aparecido en esa pantalla un candidato negro. Es una ocasión histórica, a veces infravalorada o distorsionada por los caprichos de la vanidad o las tensiones de la pequeña política."

"Obama gana una histórica nominación", Antonio Caño, El País, 28 de agosto 2008

Hoy hace 45 años


He tenido un sueño, un día esta nación se levantará para vivir el verdadero significado de su credo: “Aceptamos estas verdades por ser evidentes en sí mismas, que todos los hombres han sido creados iguales”.

He tenido un sueño, un día sobre las colinas rojas de Georgia, los hijos de los que fueron esclavos y los hijos de los que fueron propietarios de los esclavos serán capaces de sentarse juntos en la mesa de la hermandad.

He tenido un sueño, un día incluso el estado de Mississippi, un estado sofocado con el calor de la injusticia, sofocado con el calor de la opresión, será transformado en un oasis de libertad y justicia.

He tenido un sueño, mis cuatro hijos pequeños vivirán un día en una nación en la que no serán juzgados por el color de su piel, sino por su personalidad.

Hoy he tenido un sueño.

Hoy he tenido un sueño, un día en Alabama (...), los niños negros y las niñas negras podrán unir sus manos con las de los niños blancos y niñas blancas como hermanos y hermanas.

Hoy he tenido un sueño.

He tenido un sueño, un día todos los valles se elevarán, y todas las colinas y las montañas descenderán, los lugares ásperos se volverán tersos, y los lugares torcidos se volverán rectos, y la gloria del Señor será revelada y toda la carne se verá unida.

Esta es nuestra esperanza. Esta es la fe con la que vuelvo al sur. Esta es la fe que nos hará capaces de extraer una piedra de esperanza de la montaña de la desesperación. Con esta fe seremos capaces de transformar los ruidos disonantes en una bella sinfonía de hermandad. Con esta fe seremos capaces de trabajar juntos, de rezar juntos, de luchar juntos, de ir a la cárcel juntos, de pelear por nuestra libertad juntos, sabiendo que seremos libres algún día.

Martin Luther King Jr. en la marcha por el trabajo y la libertad en Washington DC, 1963.

miércoles, 27 de agosto de 2008

Vaya tres patas pa un banco (mediático)

No deberían a empezar a leer este post sino lo van a acabar. De hecho, no deberían de leerlo de ninguna de las formas. El autor, como ya es costumbre, interpreta un tema de actualidad con cuatro argumentos subnormales literalmente sacados de la manga, que encima ocupan más de dos páginas de Word.

En fin, se lo hemos avisado.

Sí, yo también quiero ir de guay.

Venga va, me voy a sacar un chiste fácil de la puta manga. Enciendes la tele y aparece un tertuliano de esos del corazón (el que sea), enseña a cámara la última edición de algún manual de deontología periodística y, sonrisa maliciosa en ristre, lo arroja al suelo con saña. Luego confiesa que se acaba de levantar y que anoche estuvo bebiendo cubatas y metiéndose farla hasta las tantas, y que todavía no ha echado el primer pis del día. Acto seguido, se baja la cremallera, saca su picha todavía arrugada por los efectos de la química y echa un pernicioso y maloliente orín amarillo sobre las páginas amarillentas del manual de los cojones.

¿Cómo se llama el programa?

Pues cualquiera de los que usted ya estuviera pensando. A ver si se piensan que yo veo alguno de esos programas.

¡No miren esta foto! Reproduce cadáveres que podrían enseñarles algo sobre el holocausto.

Los programas que echan por las tardes (y a veces por las mañanas, y a veces de madrugada) y que tienden a mezclar dramas de barrio con información baja en calorías no son malos porque sí. Cuando uno piensa en ese invento, la caja tonta, ha de ser bastante inocente (y un poco gilipollas) si piensa que, en su día, se diseñó para trascender en vez de para entretener (o, simplemente, anestesiar).

Los contenidos no hacen a los programas, sino más bien al revés. Cualquier espacio puede hablar de toda esa caterva de acémilas que pululan por las pantallas y las portadas de las revistas, y no ser malo por ello. Porque un puñado de chavales talentosos y más guapos que la media se encierran en una academia de canto o de baile y cuando salen a la calle son oficialmente famosos y los adolescentes les persiguen buscando un autógrafo o un beso o, tal vez, un poco de ese sentimiento. Y la fama, la efímera y la que no lo es tanto, puede ser entretenida, divertida u objeto de estudio. Porque se pueden hacer buenos chistes acerca de la fama y los famosos; buenos sketchs, buenos gags, buenas entrevistas, reportajes y noticias...

El problema viene cuando uno comenta todas las tardes las listas de los “20 mejores peinados”, pone voz en off a los pensamientos del último gilipollas que ha sido grabado tomando el sol en su yate y, encima, se toman en serio su rol de periodista; y sus compañeros de profesión, que se consideran más serios, se lo permiten. Cuando esto pasa y nadie dice nada, los medidores de vergüenza ajena marcan otro máximo historico y suenan las señales de peligro.

Gracias a este invento en el que me leen, el periodismo vive una etapa de transición. Después de décadas con un modelo claro de negocio (siglos cuando hablamos de la prensa escrita), todo lo que parecía inamovible se ha puesto en tela de juicio: desde la figura del profesional de la información, hasta los formatos. Se habla del periodismo ciudadano, el fenómeno que surgió el día que los móviles sin cámara de fotos dejaron de venderse, de la muerte del papel o de los derechos al honor y la intimidad de las hermanas de las princesas plebeyas; cuando el debate debiera estar en la raíz del invento, del Periodismo tal y como lo ven escrito, con mayúsculas. ¿Qué es y para qué coño nos vale?


Vayamos al grano

Los periódicos, auto abanderados del “periodismo serio y de calidad”, se rasgan ahora las vestiduras por la cobertura informativa de la catástrofe aérea de Barajas en según que espacios televisivos (los que normalmente abordan “temas de sociedad”). Un error de primero de básica: confundir la gravedad del pecado con el número de víctimas afectadas.

Personalmente, como periodista “con carnet” (no lo digo por presumir, jamás me ha servido de nada), me da igual que se trafique con los sentimientos de una o de ciento cincuenta y tantas familias. El delito profesional sigue siendo el mismo, ya sea aplicado a un accidente de coche, un atentado terrorista, otro caso de violencia doméstica o una salida nocturna del Fary, que en paz descanse.

Recuerdo haber visto, hace años, un magazine estival de sobremesa presentado por el nefasto y olvidado (gracias al cielo) Antonio Hidalgo. Aquel hombre sonrisa que la inefable Ana Rosa Quintana sacó del anonimato aprovechó la presencia en plató de una honrada señora latinoamericana para sorprenderla con una llamada a su casa del otro lado del Atlántico. El propio Hidalgo, en un desenlace imprevisto de la llamada y cambiando para siempre el concepto de “sorpresa” televisiva, confesó a la octogenaria madre de la pobre señora el verdadero empleo que su hija ejercía en España: puta. Aunque estaba de resaca, evidentemente, jamás olvidaré el rostro serio de Hidalgo, que en seguida colgó el teléfono, recuperó la sonrisa y se puso a vender alguna moto a un montón de viejas aburridas.

Hay cosas que no se deberían hacer en los medios de comunicación, y ninguna de ellas tiene que ver con enseñar tetas o cadáveres calientes, ni con el consentimiento de las personas o con el honor y el dolor de las familias de las víctimas; sino más bien con el sentido común de una profesión que ha perdido el norte hace mucho tiempo.

Los viejos periodistas acordaron que las leyes jurídicas no podían coartar la libertad de expresión y que, por tanto, las únicas leyes destinadas a poner fronteras a la actividad del periodista no deberían estar escritas en papel, sino en la conciencia de sus profesionales.

Por eso, me paso por el forro de los cojones comunicados como los de la Federación del Sindicato de Periodistas, la Federación de Asociaciones de Periodistas de España y de la Asociación de la Prensa de Madrid; que parece que sólo ven la tele cuando los aviones se caen del cielo. Y, de paso, me río de los medios escritos que ponen el grito en el cielo por el tratamiento que sus compañeros audiovisuales dan de la información.

El País (que ya sabrán que es el diario que leo), por ejemplo, sólo dedica una página diaria a hablar de los medios de comunicación, espacio que normalmente sirve para hacer autopromoción de medios de su misma empresa, PRISA. Pues bien, que no se dedique a recuperar "el debate entre información, intimidad y proceso judicial", cuando deliberadamente hace caso omiso del mismo el resto del año, cuando sus víctimas no venden periódicos.

La prensa escrita y la audiovisual comparten los mismos empresarios, el mismo modelo de negocio, los mismos anunciantes, las mismas obligaciones y los mismos derechos. Ahora que han muerto más de un centenar y medio de personas y que un programa de por la tarde ha puesto la imagen de un miembro mutilado subido en las ramas de un árbol o que se dejan de vender periódicos de papel en Norteamérica y los anunciantes se vienen a Internet o que la hermana de la princesa los denuncia por pesados, nos vienen llorando, con la teoría en la mano. Abren un debate que jamás debería estar cerrado, sino vivo, retroalimentando permanentemente la actividad periodística desde la franja rosa hasta los deportes.

Y eso también va por las asociaciones de periodistas.

El resto del tiempo, cuando cualquier emisora saca la casquería y la ponen delante de la cámara, callan como putas porque piensan que esa batalla no va con ellos. En realidad, saben perfectamente que están en el mismo barco, que todos forman parte del mismo juego. Lo que pasa es que son unos hipócritas y unos “bien quedas” de mierda.

Que no se quejen ahora, cuando el resto del año no saben tomar partido.

sábado, 23 de agosto de 2008

Pekín olímpico


"El Pekín que están viendo los visitantes y los espectadores durante los Juegos no es el Pekín real. Es un Pekín peinado con permanente, en el que los atascos habituales han dejado de ser habituales porque han sido retirados un millón y medio de coches, en el que el polvo en el aire ha disminuido drásticamente porque todas las obras han sido paralizadas, en el que decenas de miles de obreros inmigrantes han sido obligados a volver a sus pueblos, en el que faltan miles de residentes extranjeros porque las autoridades han restringido los visados, en el que el Gobierno ha dicho a sus ciudadanos cómo hablar con los extranjeros y qué contestar a los periodistas, en el que han sido silenciadas aún más las voces disidentes, en el que los taxistas han sido obligados a vestir camisa amarilla, pantalón azul e incluso corbata, algo que ni siquiera hacen muchos empresarios chinos.

(...)

Desde que logró los Juegos, en 2001, Pekín ha construido nuevas líneas de metro, excelentes estadios deportivos, un espectacular aeropuerto, una gran ópera, y modernos rascacielos. Las obras que no han sido finalizadas o los inmuebles que puedan dar mala impresión han sido ocultadas tras vallas publicitarias gigantescas, con el eslogan olímpico Un mundo, un sueño. Todas las ciudades que celebran unos Juegos pretenden con ello lograr proyección y ganar dinero a la larga. Para Pekín, son, además, una forma de sancionar el papel de China como potencia mundial."

José Reinoso escribía 'Pekín Potemkin' en El País el 10 de agosto, al calor del pistoletazo de salida de la XXIX Olimpiada. Sus crónicas desde la capital china han sido, en mi opinión, el mejor viaje escrito de la cita olímpica.

jueves, 21 de agosto de 2008

El arte del MC

Pínchalas aquí.

En guasíbilis habíamos hablado del vinilo y del vhs, pero no todavía del mc. El MC, coñes, las cintas de casete (para no quedar como un pardillo, léase "caset"). Yo nunca fui fan de las cintas, aunque tuve muchas y grabé muchas más. Por aquello de que todavía quedan muchos coches sin mp3 y estas cosas modernas, la cinta es un formato que permanece a duras penas. Y quizá también porque los fabricantes de minicadenas no sabían qué coño poner debajo del CD para que el aparato tenga algo de consistencia. Pero pocas cintas se graban ya. Sólo nuestro amigo Vitoko y otros cuatro frikis con pintas regalan casetes a sus amistades en el año 2008. Dios les bendiga.

En aquellos dorados y sobrevalorados 80, la cinta era el único refugio de los piratas musicales. La única forma de mantener la cultura musical para todos los que no disponíamos de paga suficiente como para satisfacer todas nuestras curiosidades musicales. Había una cinta que grababa en bruto nuestros programas favoritos de radio y otra en la que volcábamos las canciones que habíamos cazado sin interferencias del locutor o de las señales horarias. Ay, la radio y las cintas, benditos inventos del pasado.

Sin los casetes, el que esto escribe hoy sería un ignorante musical. Porque mi familia me hacía los regalos de navidades por oleadas. Y primero vinieron todos los números de Astérix, y luego todos los de Tintin y, más tarde, los cedés de Los Beatles. No sé qué habría sido de mí si aquel año del señor de 1995 no hubiera recibido Incesticide y Nevermind de Nirvana en sendas cintas TDK. Había música más allá de Los Beatles y estaba en las cintas (piratas) de casete.

Como ya no se venden en casete ni las maquetas de los grupos más guarros, la mayoría no se acordará del particular arte de las cintas, que tenía que encajar la portada del vinilo (cuadrada de unos 30 X 30 centímetros) en la de la cinta (rectangular, 11 X 7). He estado haciendo algo de limpieza en casa y he rescatado un puñado de cintas originales para que ustedes, conmigo, suspiren de nostalgia.


Hombre, de Los Beatles tenía toda la colección de cedés, pero también había alguna cinta. Estas dos son heredadas. La primera porque es una patata; recopila grabaciones de los liverpudianos en su época de Hamburgo (en el Star Club, concretamente) y suena como una braga. Así que un familiar me las regaló (eran dos volúmenes que llevaban años pudriéndose en sus estanterías) y todos contentos.

La segunda era del viejo (mi padre), y de él heredé todas sus cintas. Let it be era (es, creo) su disco favorito de Los Beatles. El casete tiene más años que cualquiera de ustedes y, como al resto, lo he escaneado con su envoltorio original para que puedan saborear su buqué..



Los Beatles los tenía en cedé, pero las obras de sus miembros en solitario eran carne de cañón del MC. Las cintas de Paul McCartney (la que ven arriba y McCartney II, subproductos ochenteros) costaban 400 pesetas en los baratillos de mi pueblo.

La segunda también la heredé del viejo. Comprada en aquellos tristes días de 1980 en los que Lennon era asesinado y publicaba nuevo LP, todo al mismo tiempo.

De mi vieja no heredé ninguna cinta, pero ella pidió esta maravilla después de recortar muchos códigos de barra de cualquiera de los muchos productos de la multinacional Nestlé (a la que, por si no lo saben, conviene tener en la lista de enemigos) a principios de los 90. Esta maravillosa mixtape compilaba canciones clásicas de épocas doradas de la música popular (especialmente los 60). Rock Around the Clock de Bill Haley abría sabiamente un repertorio que concluía con What a Wonderful World de Louis Armstrong, clásico cierre de mixtape hasta que la publicidad y el cine nos metieran la muy jodida canción hasta por el orificio anal.

Además, grandes temas como Boom, Boom, Boom, Boom del maestro John Lee Hooker; Schools Days de Chuck Berry, que abría la cara B; Sweet Home Alabama de Lynyrd Skynyrd; California Dreamin' de Mamas & The Papas; y la fantástica You Were on my Mind versioneada por Barry McGuire. Una bonita lección de música para un chavalín al que acababan de regalar una minicadena por su cumpleaños. Incluso en cortes horteras como Love is in the Air, tema que hay que cantar por obligación social en cualquier reunión alcóholica.

La cinta era muy buena, también, para escuchar en el coche con los progenitores. Y no me negarán que el título tiene su aquel: Breakfast & Music; tiene fuerza, la hostia. No se pierdan, por favor, la horrible portada de gusto grafitero.




Supertramp es un grupo que siempre ha gustado mucho en mi familia y que ahora están muy de moda por ser el grupo favorito de nuestro presidente. Cosa que no sé si es cierta, o una coña a cuenta de la fantástica portada de su álbum Crisis, What Crisis?. Lo cierto es que las portadas de estos ingleses eran una cosa de otro mundo. Aunque aquí no esté mi favorita, la de Breakfast in America.

Por algún motivo, Supertramp son un grupo del que no está muy bien visto ser seguidor. Sobre todo si uno trata de pasar por punk. Al que esto escribe, no sé si por inercia familiar o por decisión propia, le sientan bien. A penas los escucho ahora, la verdad, pero estas cintas dieron muchas vueltas en mi walkman. Sobre todo la primera y la última.


Nunca tuve especial cariño por esta cinta, la verdad. Pero no me digan que no tiene una portada bellísima.


A Bob Dylan y Pink Floyd nunca les tuve gran aprecio en mi infancia por culpa de estas cintas. Ni son sus mejores albumes (ni con mucho), ni me resultaban demasiado digeribles. La portada de la primera me gusta especialmente, pues podría valer para ilustrar una cinta de Paco Ibañez, por ejemplo. La de la segunda también mola bastante. Me alegro de tenerlas todavía conmigo, hasta el día que mi acuciante necesidad de fumar heroína me lleve a venderlas en el Cash Converters a 10 céntimos la pieza.


A todos los que se les llena la boca contando lo bonitos que eran los 80 y todos esos rollos sus padres no le obligaban, seguramente, a escuchar esta basura de Ana Belén. Pensar en que gente a la que quiero le ha ayudado a pagar a esta señora alguna de sus muchas piscinas me revuelve los intestinos.


Me pregunto cuál de mis familiares se dejó embaucar para comprar la típica cinta de sonidos andinos (y callejeros, por supuesto) que no debería faltar en ninguna colección. Su caja es la mejor conservada de todas las que enseña este post y sospechosamente es la única cuya cinta magnética que está perfectamente rebobinada en la cara A. Lo que me hace pensar que jamás ha sido escuchada. Imagino que el precinto se quitaría más por vergüenza que por curiosidad.

En el interior trae una breve historia de la tradición musical en los Andes y un fragmento del poema "Los Andes aún existen". Aunque no se lo crean, no incluye ninguna versión de El Cóndor Pasa.

Esta cinta también me costó 400 pesetas, como la de McCartney. Y no la encontré en los baratillos del pueblo, pero sí en la calle. Un amable señor (de unos cincuenta, con cazadora de piel marrón) me dejó escuchar un poco de la misma en su walkman, para que comprobara su calidad. A mis doce años, Voodoo Lounge era lo último de los Rolling Stones, que iban a venir de gira por España; a Gijón concretamente. Como habrán adivinado, esta copia de lo último de los Rolling en el 94 es pirata.

Aquella fue la primera vez que ví a alguien vender cintas piratas a alguien por la calle. Desde entonces he pirateado lo que se imaginan, pero jamás he vuelto a adquirir música de contrabando en la calle. En aquella época, sin embargo, durante muchos días me sentí un chico afortunado. Fue una pena no volver a ver a ese viejo...

Tampoco podía faltar el ejemplar cursus de inglesus nun finalizadum. Éste, por lo que puedo ver, incluido en Vacaciones Santillana. Grande.

Mientras termino de escribir el post, casi a la vez que termina de sonar la mixtape Breakfast & Music (muy bien, por cierto), encuentro esta pequeña obra de arte. Un regalo que me hizo el gran Javi Palao unas horas antes de marcharme un verano como este a Inglaterra, hace un lustro ya (!). Si se fijan bien y giran la cabeza (pinchen en la imagen para aumentar el tamaño) pueden ver al colaborador guasíbilis Demian, azulado y tocando la guitarra.

Y si han llegado hasta aquí hablen, por favor, de sus colección de casetes. Soy todo oídos.

jueves, 14 de agosto de 2008

Verano


Como en aquel tebeo, le pregunté a mi amigo Iosu (habitual comentarista anónimo de este circo) qué hora era y él me respondió “verano”. Me he echado a la carretera con una bolsa a la espalda y unos cuantos colegas, y hemos sudado las autopistas, las pistas de baile de las fiestas de los pueblos, las playas y las montañas. Este verano, como otros en otras orillas, he querido que el viaje sea el leit motiv estival. Pero al comulgar con el ejemplo, he dejado desatendidos mis escritos virtuales. La sabiduría y los garabatos de mis odiseas han ido a parar a mi cuaderno Moleskine, y creo que aunque quisiera, no podría traducir aquí la emoción de la tinta negra sobre el papel.

Los mejores viajes son los que se hacen casi por sorpresa. En uno de los comentarios de este blog, iratxo me dijo que quedaba una bala en la recámara del verano. Así que mañana zarpo hasta Gernika, capital indiscutible de EuSKAlegría este fin de semana, para ver a los míticos Skatalites, las raíces del árbol genealógico de la mitad de la música contemporánea.

Lo mejor que te puede pasar cuando acaba un viaje es encontrar deprisa otro destino.

La música del post la pone Desmond Dekker, que también es jamaicano, pero que nunca formó parte de los Skatalites. Es la canción de mis viajes de estos últimos días de verano. Que la disfruten, por lo menos, la centésima parte de lo que yo la he disfrutado.

Muchos besos y abrazos.

martes, 12 de agosto de 2008

Por favor, no se la pierdan

Space Oddity

Wall E, dirigida por Andrew Stanton, es la última película de la factoría Pixar (Toy Story, Monstruos S.A, Buscando a Nemo, Los Increíbles, Ratatouille). He estado repasando mi lista de superlativos y me ha parecido demasiado floja para escribir un post más largo sobre esta maravilla del cine contemporáneo. Seguramente esta misma tarde la echen en su sala de cines más cercana. ¿A qué esperan?

lunes, 11 de agosto de 2008

Si tienen la oportunidad, echen un polvo esta noche en honor a este hombre...

"Chúpame la punta, nena".


Isaac Hayes fue el compositor de aquella canción que Bart y Lisa cantaban en el karaoke del restaurante japonés en el que Homer estuvo a punto de ser envenenado con fugu. En la versión original de la canción que todos conocemos, Hayes era esa voz aspera y grave de proxeneta negro que humedecía las bragas de las chicks of the ghetto cuando preguntaba "¿quién es la polla privada y negra que es una sex machine para todas las periquitas?". La respuesta cuasiorgásmica del coro gemía al unísono el nombre de Shaft. Damn Right!

Sí, el remake lo hizo Samuel L Jackson.

El pasado domingo, el enorme cuerpo de ébano sesuarl de Hayes fue encontrado por su familia derrumbado junto a una máquina andadora, todavía encendida, en su casa de Memphis, Tennessee. El astro tenía 65 años y desde hacía un par había estado luchando con los efectos secundarios de un ataque al corazón. Con su muerte, además del compositor de uno de los himnos negros más queridos por esta casa, Theme of Shaft, banda sonora de una de las pelis blaxplotation más icónicas, se nos ha ido una de las almas que llevaron al sello memphistarra Stax a ser lo que fue. Hayes fue músico, compositor y productor de una de las marcas de música negra más míticas de todos los tiempos, sólo comparable en los años sesenta a la todopoderosa Tamla Motow de Detroit. Don Julito explicaba muy bien el sentimiento de rivalidad de las dos compañías visto por un amante de la música de ambas, en este post dedicado a Stax en Pegamín.

William Bell, Steve Cropper, David Porter y el propio Hayes fueron los productores-compositores que definieron el alma del sonido Stax de los 60, mucho más crudo y menos adornado que el de Motown. Músicos de estudio como Booker T & the MGs y The Mar-Keys se encargarían de imprimir los inconfundibles ritmos y trompetas afiladas marca de la casa. Isaac, el Moisés Negro, debutaría como músico en 1967 con "Presenting Isaac Hayes". Luis Lapuente narraba de esta forma, la incursión discográfica de Hayes en su guía de la música soul Magia Negra:

"una noche de 1967, como inesperado colofón a una monumental curda, Hayes se encerró con Al Jackson y Donald "Duck" Dunn en los estudios de Stax: a la mañana siguiente tenía preparada la maqueta de su primer elepé, que fracasó esrepitosamente. Dos años después, algo más sobrio, tuvo que improvisar otro álbum en medio de la primera gran crisis de Stax, pero esta vez las cuentas le salieron. 'Hot Buttered Soul' adelantó las claves de toda su trayectoria posterior: canciones larguísimas, sobreinstrumentadas, en las que intercalaba pasajes recitados y cantados desde las profundidades de su voz gutural, casi tenebrosa, con barrocos adornos wha-wha de guitarra y profusión de violines y percusiones".

Hayes que fue huérfano antes de cumplir un año, que se crió en la miseria y aprendió el arte de la música en las calles de Memphis, se arruinó en 1976 tras su salida de Stax, que por lo visto no le había pagado un duro en concepto de derechos de autor. Debía seis millones de dólares. Pero las deudas no consiguieron achantar a este mc de la edad de piedra. Hayes se reconvirtió en actor y dejó para la historia una larga lista de apariciones memorables como secundario, tanto en la pantalla grande como en la tele. Apareció por ejemplo en El Equipo A, Miami Vice, El Príncipe de Bel Air... Y en su última época puso su voz al libidinoso (casi tanto como él) chef de South Park.


Que esta serie de canciones le mande vibraciones cachondas allá donde esté:


David Porter e Isaac Hayes compusieron, mano a mano, unas doscientas canciones que nutrirían al maravilloso catálogo Stax de los 60. Entre ellas, otro clásico entre clásicos, Soul Man, interpretada por Sam & Dave.


Hayes compuso en solitario esta bella pieza instrumental de tonos fúnebres para Booker T & the MGs (imprescindibles).


Esta es la versión reducida (7 minutos) de By the time I get to Phoenix, pieza que cerraba el LP de 1969 Hot Buttered Soul con 18 minutos largos de puro show musical Hayes. Si entienden un poquito de inglés, traten de seguir el discurso inicial.


La versión del clásico soul Let's Stay Together que pueden escuchar arriba (recordarán la versión original de Al Green en la banda sonora de una conocida película de culto) fue publicada en single en 1972 por Hayes en solitario.