jueves, 12 de mayo de 2011

Dixieland por Demian

Adicto

Hace falta tomarse un minuto, darse un respiro, para poder hablar de Treme porque si no lo haces, te ahogas. Porque en determinadas ocasiones, cuando uno no puede crear, tiene que renunciar y hablar de los que si lo hacen. Distinguiereis o no, hoy día, a una persona culta, de otra que lo parece, dependiendo de su grupo preferido, su libro favorito y su devoción por el buen cine.

Yo sentí que algo moría dentro de mí el día que acabé The Wire, la pérdida es similar a la adicción a la heroína. Enseguida buscas algo más que meterte, pero en realidad eres consciente de que esa otra mierda no te coloca. Ansioso y desesperado me decidí a meterme las reservas que tenía, es decir, Treme.

Aterricé hará un mes en el aeropuerto de Nueva Orleans y allí estaba el viejo Bunk, soplando su trombón de varas, ahora como Antoine Batiste; un negrata adultero y bonachón, con el jazz en las venas, que con su banda te da la bienvenida de la forma más espectacular que ningún melómano pueda soñar jamás en un aeropuerto. Esta serie nos da una radiografía verdadera, impagable y sincera de como nunca volverá a ser Nueva Orleans, y de cómo nunca dejará de serlo tras una catástrofe. Lo mejor de todo es que ya los conoces. Un cocinero, guiris, un músico de estudio y un músico callejero, o un profesor de historia son por ejemplo el tipo de personajes universales de Treme.

Creo que lo que más me ha impresionado de la nueva creación de David Simon en su primera temporada ha sido su descarnada y alegre forma de narrar el coraje. Esta fabulosa parte de cómo un huracán llamado Katrina y la administración Bush intentaron, y en parte lo consiguieron, arrancarle un momento más a la vida. Y de como el ser humano tiene muchas maneras de levantarse tras una dolorosa pérdida, o no. La pérdida y la búsqueda, la huida y el reencuentro, la lucha y la derrota. Todo esto te golpea en cada escena, y ni sonríes y te entristeces, ni te alegras ni te ahogas, simplemente vives y sobrevives.

El otro gran plus de Treme es que la música es la protagonista. Ningún personaje, ninguna trama, no hay nada que no se supedite al música. En este caso, el alma de la ciudad, que como todo espíritu en una película de Miyazaki, es tratada de manera mundana y mística. Hay aprendizajes que duelen, hay grandes retos que no somos capaces de superar. Y aún así Treme nos enseña que la dignidad está por encima convenciones, y que además, no se negocia.

1 comentario:

lutxo dijo...

Lo mío con McNulty estaba muy reciente, y abandoné la serie a los tres capítulos. Bunk todavía era Bunk y quise esperar el momento idóneo para morir de gusto. Los diez primeros minutos, de hecho, son un puto orgasmo.

keep it coming demian!