Paul estaba en casa, sacando brillo a alguno de sus muchos discos de oro y pendiente de los niños. Sonó el teléfono. ¿Recuerdan la voz del Michael Jackson –en realidad Leon Kompowsky- que Homer conoció en el manicomio? Bien, imaginen esa voz. “Hola Paul”. En esta ocasión se trataba del auténtico, que todavía era negro. “Soy Michael. ¿Te gustaría grabar unos hits?”. No se sabe si con el símbolo de los dólares en los ojos, pero el caso es que Paul dijo que sí sin pensárselo dos veces.
La de Michael Jackson y Paul McCartney fue una de las reuniones más míticas y probablemente innecesarias de la década de los 80. Un episodio histórico, sin lugar a dudas, que simbolizó el cambio del trono del pop a favor de la joven estrella negra, que de la mano de Quincy Jones iba a firmar, poco tiempo después, su obra más vendida. La más vendida de todos los tiempos, en realidad. Hablamos de Thriller, claro.

El momento, entre azucarado y casposo, en la que las dos estrellas se disputan dialécticamente la chica es especialmente sangrante; pero supongo que la canción todavía tiene un pase, por eso de la nostalgia.
Para llegar hasta Say, say, say, mucho más potable, tenemos que hacer un viaje en el espacio y en el tiempo. De Los Angeles, donde se grabó The Girl is mine, nos vamos hasta los legendarios estudios Abbey Road de Londres. Halagado por la propuesta de colaborar en el disco de Jackson, McCartney también quiso contar con la joven estrella para su olvidable LP ‘Pipes of Peace’ (1983). La canción fue registrada, sin embargo, durante las sesiones de producción de ‘Tug of war’, entre mayo y octubre de 1981.

El single, con Ode to a Koala Bear en la cara B (en serio), fue número 1 en EEUU y 2 en el Reino Unido. El video, dirigido por Bob Giraldi, es del mismo gusto hortera que esta batería de canciones, pero hace gracia, la verdad.
De la hornada del Pipes of Peace, Macca y Jacko también dejaron para la historia The Man. Una ochenterada con bien de azúcar que tiene su gracia y supone, en realidad, lo mejor de ese disco junto a Say, Say, Say. Aunque la producción es muy mala (esa guitarra), tiene cierto morbillo escuchar esas dos voces juntas.

La anterior canción, por supuesto, iba dedicada a nuestro hombre Macca, que ya prepara su tercer enlace matrimonial. En guasíbilis te deseamos toda la felicidad del mundo y nos quedamos a la espera de esa invitación.
2 comentarios:
Nunca he comprendido la carrera en solitario de Macca. Para mi es un misterio, comparada con la coherencia (salvando el efecto "dejemos meter a Yoko su mierda") de Lennon.
No sé si Paul estaba (está) más por el rollo de hacer arte o de vender un porrón de discos, acumular premios y todo eso.
De Lennon me gusta casi todo.
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