miércoles, 1 de junio de 2011

Too far gone

“El mundo que conocíamos ya no existe”

Lo zombi es el western moderno (o el western para modernos). Un género de historias más grandes que la vida misma, épicas como finales de la Copa de Europa. Los Muertos Vivientes es la gran historia de Rick, un poli que despertó de un coma en un mundo totalmente diferente al que había conocido. El clásico escenario donde los muertos, que son masa, caminan y se alimentan de los vivos. Cuando comprende la situación, Rick se enfunda de nuevo el traje de poli, se arma hasta los dientes y sale en busca de su esposa Lori y su hijo Carl.

El volumen número 13 de Los Muertos Vivientes acaba de ser deglutido al ritmo que el resto. Bien lo sabe mi cartera, que ha visto como los 7,5 euros caían como pequeños días de la marmota sobre la mesa del contador de mi tienda de cómics de confianza. Sin embargo, cada penique ha merecido la pena para continuar el viaje por la selva en que se ha convertido nuestro planeta, ahora que no caben más muertos en el infierno.

A estas alturas, no sé cómo van las cuentas, pero la tierra fue conquistada por los zombis hace bastante más de un año en el universo Walking Dead. Y como advertía su guionista, Robert Kirkman, en el apasionado prefacio que dedicó a su obra, ahí reside la madre del cordero. Como el Malkovich que se introduce en Malkovich y luego ve todo Malkovichs, Los Muertos Vivientes explora la posibilidad más remota. Cómo reacciona la civilización, o sus restos, a una plaga tan colosal.

Por lo demás, ya conocen de sobra los ingredientes de las aventuras (de zombis): acción a raudales, violencia por un tubo, muertes a granel, mucho drama y conversaciones absolutamente trascendentales. Es lo que tiene la supervivencia y, pensándolo bien, su galería de personajes. Como McNulthy, Rick sólo es uno más en un mundo muy jodido. Pero no querría hablar del resto, por si todavía queda alguien que no sepa todavía cuánta felicidad cabe en las miles de páginas ya escritas de la historia. Además, siempre está bien aprender un poco de teoría. Nunca se sabe lo cerca que puede quedar el Apocalipsis.

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