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Hacía semanas que llevaba escuchando buenos comentarios acerca de una prestigiosa serie de televisión norteamericana llamada Mad Men. Enfrascado en este gigantesco universo cibérnetico; completamente adicto a este nuevo fenómeno de la cultura por Internet, me decidí a concederle su oportunidad y una noche inicié mi viaje al Nueva York de finales de los años 60. Por ser más específico, y para quienes no la conozcan, se trata de una serie que aborda el mundo de la publicidad y de este modo abarca el desarrollo de algunas conocidas campañas de la época a través de su protagonista, Don Drapper, un inventado para la ocasión gurú de la creatividad de aquel mundo, a través del cual vamos conociendo los más que probables procesos creativos del momento y el contexto histórico social que dieron cobertura a aquellas novedades en el mundo de la comunicación publicitaria.
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La serie huye de maniqueísmos doctrinarios sobre el feminismo y lo sitúa sobre el terreno. Las chicas de Mad Men no tienen las respuestas, ellas son la pregunta, y se la lanzan al espectador con una gran veracidad. Sin duda, los años 60 supusieron en gran parte del mundo occidental, sobre todo en aquellos países que no vivían bajo una dictadura, un gran impacto de una nueva mujer sobre la estructura social. Mujeres empresarias, mujeres que viven solas y salen de marcha por la ciudad. Mujeres autosuficientes que no se dejan mangonear, mujeres que se divorcian, mujeres que abortan, mujeres que no abortan, mujeres que atrapan a hombres ricos, mujeres violadas por sus propios maridos, mujeres que buscan su espacio en algún lugar fuera de su hogar. En definitiva, gracias a esta serie podemos entender mejor que aquellas mujeres que obtuvieron algunas dosis de libertad y autonomía, trataron de manejar aquel punto de inflexión como mejor pudieron, y no siempre acertaron. Y que de sus virtudes y defectos todos hemos sacado valiosas lecciones de las que todavía hoy seguimos aprendiendo.
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1 comentario:
La serie es enorme, me costó cogerle el punto, al principio me pareció todo lento, y errático, pero cuando ves la senda más clara, es una serie tremendamente inteligente.
A mi me ancanta la cosa esa de la identidad de Draper, de las máscaras, de la angustia que siente...
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